A partir del gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988) se
inicia, con el pretexto de que la crisis se había presentado porque el Estado
estaba obeso y que por ello no podía cumplir con su función fundamental que es
la de proporcionar bienestar a los mexicanos, la aplicación en nuestro país del
proyecto neoliberal. La primera medida consistió en realizar el proceso
llamado, eufemísticamente, de desincorporación de empresas públicas
por las siguientes vías: la extinción, la fusión, la liquidación, la
transferencia a las entidades federativas y municipios, la venta a los
trabajadores de la empresa que se desincorpora, y sobre todo, la venta a los
empresarios privados nacionales y extranjeros.
El 3 de diciembre de 1982, apenas dos días después de haber tomado
posesión como presidente de la República, Miguel de la Madrid envió al Congreso
de la Unión, un par deiniciativas para modificar la Constitución.
Dichas propuestas fueron aprobadas y entre las modificaciones realizadas
es indispensable destacar las relativas al los artículos 25 y 134
constitucionales.
En el nuevo artículo 25 se incluyeron tesis ajenas y contrarias al
proyecto emanado de la Revolución Mexicana. Al definir al Estado como rector se
le suprimió, en la práctica, su papel de productor directo de bienes y
servicios y en contra partida se le dejó solamente la facultad de dictar las
normas, a partir de las cuales deberían desarrollar sus actividades los
particulares, es decir, se sentaron las bases para convertir al Estado mexicano
en algo similar al Estado policía que propone el neoliberalismo. El objetivo
central era debilitarlo, como paso previo para poder desarrollar el
proyecto económico dependiente del imperialismo.
Partiendo del principio que establece que en derecho constitucional lo
que no está expresamente facultado no lo puede realizar la autoridad, se
realizaron las modificaciones al artículo 134 de nuestra Carta Magna, para
incluir en dicho ordenamiento el sustento jurídico del gobierno mexicano para
vender las empresas del Estado, sustento que no estaba incluido en ningún otro
artículo constitucional.
Al amparo de estas y otras modificaciones legales, durante el sexenio de
Miguel de la Madrid, se produjeron los siguientes hechos: si durante el primer
año de ese régimen, el gobierno federal participaba en 45 ramas de la economía,
para el último solamente lo hacía en 23; si en 1982 tenía 1155 empresas:
744 de participación estatal mayoritaria, 231 fideicomisos públicos,102
organismos descentralizados y 78 empresas de participación estatal minoritaria,
en 1988 tenía solamente 412; de las 705 empresas desincorporadas 219, es decir,
el 30 por ciento, fueron vendidas. El gobierno federal proporcionó la
información anterior en un documento en el que se establecía que sólo se había
procedido a desincorporar empresas que no eran estratégicas ni
prioritarias para el desarrollo nacional, que el 18 por ciento de las
empresas vendidas tenían como nuevo dueño al sector social, es decir, a los
sindicatos y otras organizaciones de trabajadores y que en más del 90 por
ciento de los casos los compradores habían sido inversionistas nacionales.
A pesar de que también informó de los ingresos totales obtenidos por las
ventas, no proporcionó el monto de lo que correspondía a cada una de ellas y
qué porcentaje del total correspondió al sector social, cual al capital privado
nacional y cual al extranjero. Esos importantes datos hubieran evidenciado,
como en realidad sucedió, que el monto mayor correspondía al capital externo.
El gobierno de Miguel de la Madrid afirmó que a partir de su gobierno se
podría iniciar una "mejor etapa" de la historia del país, que las
bases sólidas se estaban fincando a partir de una readecuación presupuestal y
disciplina estricta del gasto público. Las principales líneas de su política
económica fueron el saneamiento de las finanzas públicas; el redimensionamiento
del sector público; la apertura económica; la reconversión industrial; y, la
contención salarial.
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